COYUNTURA
El Páramo de Sumapaz es el páramo más grande del mundo y se encuentra situado en el departamento de Cundinamarca, en la localidad de Sumapaz del Distrito Capital, Bogotá (Colombia). Teniendo una extensión de 333.420 hectáreas, es una de las fuentes hídricas más importantes del país. Dentro de su ecosistema habitan osos de anteojos, venados, águila y cóndores, además de otras especies. Aloja gran cantidad de lagunas, todas ellas de origen glacial. Adicionalmente, alberga uno de los picos más altos en las cercanías de la capital: el Cerro Nevado del Sumapaz (con una altura de 4306 m).
Como han informado recientemente diferentes fuentes, en el páramo se ha visto un aumento de turistas (y realización de actividades fuera de la normatividad, igualmente, con relación al turismo) en varias de sus zonas protegidas, lo que ha generado una preocupación para diversos sectores. Para el análisis que propone este grupo y teniendo en cuenta el eje investigativo que le es transversal, se ha vuelto necesario el evidenciar la manera en que estas prácticas turísticas han afectado y continúan por afectar esta zona, así como a las personas que habitan en esta. Es preciso notar, entonces, los diferentes escenarios, acontecimientos, actores, y en general, el proceso coyuntural que se ha venido construyendo alrededor de todos estos factores.
Si bien el territorio de Sumapaz ha tenido una larga historia, el análisis se ha construido a partir de hechos recientes (ocurridos durante el último año) información tomada de diferentes medios de comunicación. Así pues, hacia finales del mes de junio del presente año, en el Páramo de Sumapaz estaba nevando. Al caer nieve en el ecosistema, la atención mediática y la del público en general recayó sobre el territorio, pues este evento no se producía en el páramo desde hace 60 años atrás. Con este suceso presente, y la rápida distribución de imágenes que mostraban lo ocurrido, muchos bogotanos y, en general, habitantes de zonas aledañas al páramo, se propusieron visitar el emblemático lugar. De la mano de este crecimiento exponencial de visitantes, muchas personas se vieron atraídas por el potencial dinero que podría obtenerse a partir del turismo en la zona, lo que dio origen a la venta de paquetes turísticos (ilegales) y que se empezase la construcción de infraestructura.
Con esta visita masiva de turistas y la falta de medidas preventivas y de cuidado en el lugar, el ecosistema no tardó en verse afectado; actividades como la caza indiscriminada, la extracción de frailejones, la intervención de lugares preservados y el paso de los diferentes vehículos sobre las quebradas generaron un gran daño al páramo y sus zonas protegidas. De este modo, estas prácticas provocaron (y lo siguen haciendo) un deterioro gradual en diferentes zonas del ecosistema, lo que evidentemente también sedimenta lentamente las ricas propiedades del lugar.
Como respuesta a este daño; la masividad de turistas, la construcción ilegal en el lugar, y en general, a las actividades que no se encuentran permitidas en la zona, algunas entidades gubernamentales como la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) actuaron rápidamente. Sandra Riveros Barbosa, directora de la corporación, ha puesto en marcha la tarea que busca establecer el cumplimiento y oportuna aplicación de las disposiciones legales vigentes que impone como regla el Ministerio de Medio Ambiente, para, de este modo, proteger el páramo (Funciones establecidas en la Ley 99 de 1993). Asimismo, fue esta corporación quien frenó algunas de las obras para la construcción de casetas a orillas de la Laguna de Chisacá (Los Tunjos); denunciando el hecho a las autoridades ambientales.
En trabajo conjunto con la CAR, los habitantes de la zona también han generado denuncias a la luz de entidades gubernamentales, lo que les permita atraer la atención institucional a la zona, y poder así preservar la integridad de su lugar de residencia.
En la actualidad, los habitantes y algunas de estas entidades continúan trabajando por crear conciencia y mantener las zonas protegidas de la intervención humana. Pese a estos arduos esfuerzos, los medios de comunicación han informado recientemente sobre hechos como el del pasado 25 de septiembre, en donde se evidencia a un grupo de ciclistas lavando sus bicicletas en el páramo, así como paseando por las zonas protegidas del mismo. La coyuntura aún perdura con acciones como esta, y parte con más fuerza en tanto se evidencian cada vez más las tensiones y el conflicto que existe entre los diferentes actores que intervienen en la situación.
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